Hoy vuelvo a escribirte una carta de amor. Y no creas que todo este tiempo te me has olvidado, no. Al contrario: no hay día que no te dedique un pensamiento. Me sigues robando momentos y sigues aquí, a mi lado… No, no puedo echarte más ni mejor de menos.
Espero que en tu amnesia lejana,
te acuerdes de mí y suspires por todo aquello que fuimos. No tires al fuego lo
que sentiste y lo que me hiciste sentir. Eso fue puro y sincero. Sé que lo fue.
Lo vi en tus ojos y en tu sonrisa. Esas caricias con la mirada no se pueden
improvisar. No hay forma de falsificar una emoción que sale de dentro del
corazón. Y aquí estoy en mi frío invierno, en
mi lluvia cercana a tu pensamiento. Hoy lluevo a mares por tí, hoy te
echo mucho de menos.
Y sé que no volverás aunque la
última vez que hablamos quedó tu invitación a café en el aire. Qué bien huele
el café recién hecho, aunque sólo sea un espejismo en medio de otra ilusión
rota contigo.
Me sigues dando la nada en medio
de la esperanza de volver a verte. Y dueles, cómo dueles aún… pero no puedo
hacer nada. Hace tiempo me quedé sin argumentos para hacerte un guiño que te
devuelva por un instante a mi vida. Un solo instante con el que sobrevivir
hasta la próxima estación, la próxima bofetada sin mano y la próxima decepción
por dibujar castillos en el aire.
No puedo arrancarte de mí como
quisiera y me duele mi vida porque no estás tú en ella…
(N.R.H)

Candela, qué grande eres...
ResponderEliminarGenial y sincera, como siempre...
ResponderEliminarHermoso
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