Pages

jueves, 24 de octubre de 2019

Nota en la nevera


Resultado de imagen de imanes de nevera con una nota

No me lo tomes a mal, pero hoy me toca empezar a olvidarte. Esta no es una carta de desamor, sino de despedida. En realidad contiene mucho amor, amor del bueno, que es el que he ido guardando para ti, a pesar de tus desaires, de tu indiferencia, de tus desatinos con las fechas, de esa capa de rutina que cayó y lo anegó todo en nuestra historia de… amor, amor del bueno.

Sé que en el fondo me quieres y que cuando llegues del trabajo y no me encuentres en la cocina te parecerá raro, pero tardarás unas horas aún en echarme de menos. Llegará el momento al atardecer en que, cercana la noche, empieces a impacientarte porque aún no habrás cenado. Justo cuando acaben las noticias de deportes y salgas de la intriga de si el Barça le ganó esta vez o no al Real Madrid, y si el equipo de tu hermano sube por fin a primera. Justo, después de eso, empezarás a echarme de menos, pero no antes, porque echarme en falta nunca fue tu prioridad.

Y entonces se te ocurrirá –a ti solo- llamar primero a los parientes más cercanos, luego a mis compañeras del trabajo y más tarde, dramatizando ya un poco, a los hospitales y a la policía. Es ahí y no antes, cuando caerás en la cuenta de que hay una nota en la nevera, sujeta por el imán de la Torre de Pisa de la última y única vez que me llevaste al extranjero, que fue porque jugaba tu equipo en Italia y tus amigotes de cervezas no pudieron acompañarte….Italia… Y allí estaba yo, como una imbécil, vestida con la camiseta de Messi, coreando el himno de tu equipo entre un millón de aficionados que proferían amenazas a los árbitros cada vez que os pitaban en contra…yo, que nunca entendí de penalties ni de fueras de juego, que adoraba ir al teatro o al cine y nunca me acompañaste.

Tú me querías, a tu manera, que no era ni la más romántica, ni la más digna. Era solo eso: “a tu manera”. Y supongo que a tu manera me fuiste haciendo pequeñita, pequeñita…casi como una partícula de polvo, hasta que desaparecí. Vivías conmigo, pero sin mí. Me abandonaste emocionalmente, como se abandonan a los perros viejos en las autovías, para alguien ejecute el violento final.

Ahora soy yo quien te abandona. Porque sí, porque ya nuestros hijos volaron; porque ya no tengo cuerpo que resista unos tacones de aguja, pero sí un alma embrutecida por la desazón vivida a tu sombra todos estos años; porque me miro al espejo y no me reconozco en las canas que peino, pero me basta el coraje para enfrentarme sola a la vida: porque me duele lo poco que me he querido para quererte a ti tanto; porque tú no me valoras, y yo lo he aceptado en actitud sumisa y complaciente, pensando que mis problemas no eran nada comparados con los tuyos, pero me equivocaba, porque sí lo fueron.

Ahora ya no te quiero, o tal vez lo justo para sentir una lejana pena por ti. No, no te quiero y punto. Cuando dejes de leer esta nota en la nevera, no me busques. Quédate con Pisa y mi camiseta de Messi. Quédate con tus rutinas. Quédate con el recuerdo de lo que fuimos un día. Pero quédate ahí y no intentes buscarme porque me he ido a vivir el resto de mi vida sin ti.

(N.R.H)

3 comentarios:

  1. Me encanta porque me siento identificada, solo que no soy capaz de dar ese paso. Gracias por escribir lo que muchas no somos capaces de expresar.

    ResponderEliminar
  2. Un canto a la libertad. Qué difícil dar ese paso, de dejarlo todo y empezar de nuevo. Yo lo hice y ahora soy feliz.

    ResponderEliminar
  3. Un mensaje muy potente.

    ResponderEliminar