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Quizás te diga un día
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
y acaso no comprendas, en esa despedida,
que, aunque el amor nos une,
nos separa la vida.
Quizás te diga un día que se me fue el amor,
y cerraré los ojos para amarte mejor,
porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos,
nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.
Quizás te diga un día que dejé de quererte,
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
y acaso no comprendas, en esa despedida,
que nos quedamos juntos para toda la vida.
(José Ángel Buesa)
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Cartas al Pasado
Carta Urgente
Para no decirlas
Hay cosas que escribo en canciones
Para repetirlas
Hay cosas que estan en mi alma
Y quedaran contigo cuando me haya ido...
En todas acabo diciendo cuanto te he querido...
Hay cosas que escribo en la cama
Hay cosas que escribo en el aire
Hay cosas que siento tan mias....
Que no son de nadie
Hay cosas que escribo contigo
Hay cosas que sin ti no valen
Hay cosas y cosas...
Que acaban llegando tan tarde..
Hay cosas que se lleva el tiempo
Sabe Dios a donde
Hay cosas que siguen ancladas
Cuando el tiempo corre
Hay cosas que estan en m i alma
Y quedaran conmigo cuando me haya ido...
Y en todas acabo sabiendo cuanto me has querido...
Hay cosas que escribo en la cama...
Hay cartas urgentes que llegan cuando ya no hay nadie...
(Rosana Arbelo)
Una carta de amor
no es un naipe de amor
una carta de amor tampoco es una carta
pastoral o crédito / de pago o fletamento
en cambio se asemeja a una carta de amparo
ya que si la alegría o la tristeza
se animan a escribir una carta de amor
es porque en las entrañas de la noche
se abren la euforia o la congoja
las cenizas se olvidan de su hoguera
o la culpa se asila en su pasado
una carta de amor
es por lo general un pobre afluente
de un río caudaloso
y nunca está a la altura del paisaje
ni de los ojos que miraron verdes
ni de los labios dulces
que besaron temblando o no besaron
ni del cielo que a veces se desploma
en trombas en escarnio o en granizo
una carta de amor puede enviarse
desde un altozano o desde una mazmorra
desde la exaltación o desde el duelo
pero no hay caso / siempre
será tan sólo un calco
una copia frugal del sentimiento
una carta de amor no es el amor
sino un informe de la ausencia.
(Mario Benedetti)
Carta
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres
me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.
Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sentimiento.
Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue,
para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos,
y el espacio de tu aliento.
Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.
Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
han de repetir: te quiero.
Se buscan cartas de amor...
Directo al Corazón
Peces en mi Red
Algo parecido a una carta de amor
Cariño, cuando leas la presente, parece que te estoy viendo, seguro sacarás el lápiz amarillo de penalizar las terminaciones en "inas". Apunta siete.
Mientras escribo algo parecido a una carta de amor, escucho el mar que va y viene, a veces solo parece que viene. De vez en cuando, una ola mayor que las otras hace más ruido que las demás al llegar a la orilla, en su retroceso los cantos y piedras que arrastra la resaca suenan a... no me sale la palabra, ¿cómo llamarías al sonido de las piedras cuando retroceden?, escríbeme y cuéntamelo. Cuéntamelo de esa manera tan tuya, colocando las palabras como gemas preciosas, una tras otras, íntimas, sin estorbarse. Cuéntamelo a tu manera, ya sabes de lo que hablo.
Cada día la quiero más, o le quiero más, y no sé si estoy cometiendo leísmo o laísmo cuando afirmo lo que afirmo bajo estas circunstancias nuestras tan difíciles.
La quiero con este amor poderoso, el más alto de todos los sentires pues desde la iluminada sombra, la quiero.
La quiero mientras escucho nuestra canción de otoño, y cuando el último sonido acaba. Sin paliativos, sin bendición eclesiástica, sin que me ampare la ley ni el yugo, la quiero.
Diga lo que diga el edil, la boticaria, el párroco… todos los de éste mi pueblo hipócrita de menguada frente, a ellos, a los que sus oficios de guardadores de la moral colectiva les obliga a mantener el respeto bajo palio. Aunque digan que sí y es que no... repudian la demostración de este amor tan poco ecuménico, como si nunca se hubieran querido dos mujeres de la manera en que tú y yo nos amamos.
Escucha cariño, te lo digo ahora en primerísima persona, bien alto, bien fuerte, bien claro, asomada al balcón de la luz, batiendo alas y voz: Te quiero niña, te voy a querer siempre, estés, o no estés, o estés a medias, estés aquí, o acullá, en la estratosfera o en la puerta de mi casa, en mi cama, o en mi pensamiento, entre mis piernas, o junto a ellas; te quiero con las entrañas, con el hígado... No sé por qué el corazón se tiene que subrogar el derecho a erigirse hábitat de los sentimientos. Te quiero con ganas, con flujos, con ansias, sin vergüenza, con los pechos erectos y la piel preparada.
Te quiero de mujer a mujer, entre dos espejos, el tuyo y el mío, abarloada a tu boca. A veces te quiero de manera egoísta, absurda y desesperada, solo para mi te quiero, y otras, porque te quiero, te suelto. También te quiero serenamente. Te quiero cuando gimo, cuando gimes, cuando no llegamos al placer al mismo ritmo, cuando sí que llegamos, cuando no estás, cuando vienes o te vas, te quiero.
Te quiero.
Que conste en acta, y dentro de diez lustros, cuando todos solo seamos recuerdos vagos de lo que fuimos, sombras aladas motas de polvo, ceniza, átomos, iones, Atón o Amón...te seguiré queriendo.
(Isabel)
Amor impar
Carta de amor para él
"Ella se miró en los mil pedazos rotos del espejo, su piel iluminada por las velas, tenía el color irreal de las figuras de cera. Miguel comenzó a acariciarla y ella vió transformarse su rostro en el calidoscopio del espejo y acepto al fin que era la más bella de todo el universo, porque pudo verse con los ojos que la miraba Miguel."
'La casa de los espiritus', Isabel Allende.
Tiempo de silencio, tiempo de espera, si tengo que admitir que volver a oír tu voz me trajo sensaciones olvidadas, te imaginaba dormido, como un príncipe de cuento, esperando que viniera alguien a darte un beso para volver a ser real, mientras solo eras un sueño, alguien del pasado que se marchó a un país lejano, pero dentro de mi sigues estando y eres real, tu voz me quema y tus palabras me traen recuerdos de besos y ron, pero debes de seguir durmiendo.
Volcar mis sentimientos y mis actos en unas palabras a veces duele, este es un momento de mi vida muy difícil, muy importante, nada fácil, en el que cuando me quedo a solas conmigo misma me viene una película que no quiero volver a ver, la película de todos los meses pasados contigo, las palabras que me dijiste, lo que yo te dije, una y otra vez van pasando delante de mi como una pesadilla, lo que hizo, lo que me dijo, lo que le dije, todo tiene un tiente amargo, y luego por encima de todo eso, o por debajo, está el día a día, el trabajo, hacer la comida, mi casa, y es que nadie sabe que llevo conmigo un fantasma, que se sienta en mi mesa y se acuesta en mi cama , y por la noche me dice cosas y me abraza, pero cuando me despierto me clava a martillazos sentimientos en mi corazón, pero tengo que luchar contra todo esto, y quizás toda la felicidad de antes, ahora está pasando la factura.
(María Jesús)
Prefijos en el amor
La culpa fue de los prefijos. Dejamos que se fueran posando en algunas palabras de nuestro idioma, y acabaron adueñándose de lo más íntimo del diccionario que habíamos creado juntos.
Permitimos que se escapara la emoción que sentíamos al escucharnos, conseguimos que nuestras miradas llegaran a encontrarse diferentes.
Cambiamos la ilusión por la des-ilusión. Dejamos la puerta abierta a la monotonía. Nos conformamos con un sucedáneo de romanticismo, convertimos lo nuestro en simulacro.
Cambiamos el vivir por el sobre-vivir. Nuestros sentidos se volvieron perezosos, tu cuerpo y el mío se convirtieron en extraños, la lastima vino a acompañarnos.
Cambiamos la pasión por la com-pasión. Y llegó la hora del reproche, intercambiamos nuestras culpas. Nos quedó el consuelo para tontos, el rencor.
Cambiamos el sentimiento por el re-sentimiento. Asistimos impasibles a la catástrofe y, cuando quisimos darnos cuenta, nuestra lámpara maravillosa se había apagado.
Cambiamos el amor por el des-amor.
Nos queda este texto, que no es más que un pre-texto...para tantas cosas.
La culpa fue de los prefijos.
(Josefina. Del programa de radio: Es Amor)
Carta 21
Querida chica especial:
Dado que me resultaría dificil llevarte al Diario de Patricia (no al de Patrish, al de la tele lleno de freaks) he decido redactar una carta al más puro estilo quinceañero (no en vano tengo 16 años).
Los que me conocen saben que se me dan bien las indirectas, así que usaré una para comunicarte lo que quiero: Me gustas. No como un bocata de jamón puede gustar a una persona, tú ya me entiendes.
Pero una relación no se forma sólo con que a una de las partes de la pareja le guste la otra, por lo que es necesario que haya algún tipo de atracción de ti hacia mi. Es por ésto que te pongo a continuación una serie de referencias hacia mi persona hechas por gente que me conoce:
- "Él no ha tenido ninguna novia, pero porque siempre te ha estado esperando a ti"
- "Una vez tuvo que hacer el boca boca y aquel anciano le dijo que besaba bien"
- "No sabe mentir, así que puedes confiar en él"
- "Tiene una camiseta que mola"
- "Siempre tira de la cadena"
- "No le pidas que corra porque seguramente te dirá que correr es de cobardes"
- "Es mono, en el sentido de simio, claro"
Ojalá que te haya convencido y hayas decidido abordar conmigo este viaje del amor en el que espero que pasemos muchos ratos en el vagón +18 y hagamos muchas paradas en la estación Delbeso.
(Fuente: http://zonaforo.meristation.com/)
Carta a Medardo Fraile
Lleva todo el día cayendo una lluvia impertinente y mineral sobre Barcelona, una lluvia, la verdad, un poco escocesa, y mira que yo con la lluvia suelo ponerme lírico y estupendo, pero ahora, ya ves, se me hace más difícil escribirte con estos chorretones de plomo armando bulla en el patio. Quería felicitarte hoy por tu cumpleaños ―ochenta y ocho, nada menos, el doble que Chéjov―, pero el viernes no se te ocurrió otra cosa que morirte mientras dormías y me he quedado así, con la misma cara de aquél bobo que en tu cuento se aferra a un álbum de cromos que no regalará nunca a nadie.
Estamos muy tristes por aquí, Medardo. Durante todo el fin de semana han ido apareciendo obituarios y semblanzas en los medios ―en diarios y en la red, ya sabes que en la tele sólo hablan de los literatos que, como decías, están siempre con su cuchara encima del plato de lentejas, no de nómadas discretos como tú―, y casi nadie ha faltado a la cita del afecto y el respeto. Algunos críticos y notarios han dado fe de tu valía literaria, pues de todo queda registro: de tus inicios en el teatro con los grandes y de cómo el cuento español te debe tanto, desde la admiración de tus coetáneos, como Ignacio Aldecoa o Carmen Martín Gaite, a la de tantos buenos cuentistas después de ti, como Hipólito G. Navarro, Eloy Tizón o Javier Saéz de Ibarra. Tus editores también te echarán de menos: dice Juan Casamayor que te han traducido por ahí al inglés y que tramabais otro libro de cuentos después de esa última joyita tuya, Antes del futuro imperfecto, y piensa Fernando Valls que ya es mala pata que semejante cuentista se haya ido justo cuando acaba de aparecer la reedición de tu única novela, Laberinto de fortuna. Y, claro, también te han dedicado unas palabras de despedida unos cuantos de tus amigos. Quizá uno de los que más te conocía y quería y, desde luego, el que te leyó mejor, Ángel Zapata, ha publicado en El País unos párrafos tan sentidos y exactos ―como los que sólo otro gran cuentista podía dejar escritos de ti― que no concibo añadir una coma.
Sólo alcanzo a escribirte esta carta. Luego pienso ir a por un pastel de cumpleaños y comérmelo a la salud de tu sonrisa de fauno bueno y socarrón, que a mí lo de que se mueran los amigos y los maestros me lo desmonta todo, francamente, y yo quiero celebrar haber tenido el privilegio de conocerte. Sobre todo si te pienso y recuerdo aquella cara de Harvey Keitel que se te ponía a veces ―te habría creído cualquier cosa en esos momentos, aunque me hubieras contado que la tierra era plana― hablando de Entradas de cine y de la vida y sus salidas. Me parte un poco en dos ahora lo nítida que tengo una imagen: tu expresión decepcionada de chaval recién merendado al que le sobran energías pero se le acaba la hora del patio, cada vez que, tras la última copa, nos retirábamos de madrugada los amigos y tú querías más canciones y charlas, otra ronda del calor de Madrid, del calor de tu gente en aquél cafetín decimonónico de Malasaña del que, tras cada visita a tu terruño, te llevabas en el zurrón un poco de sol ―Helios, se llamaba el camarero, ya es casualidad―, para capear mejor la distancia y casi medio siglo de frío, allá en Glasgow.
Quienes te leían valoraban tu literatura y quienes te conocían te querían bien. Qué más pueden esperar un artista y un hombre de su paso por el mundo. Que te conozcan más ahora y siempre, se me ocurre, que te sepan más lectores, que te lean mucho y que lo hagan atentos. En cierto modo, envidio ese gozo inaugural de quien se acerque por primera vez a tus cuentos. Estos días ando diciéndole a quien me lo pregunta ―y a quien no me lo pregunta también, empecinado― que, si te quieren descubrir ―a estas alturas―, que lean al menos tus cuentos completos en Escritura y verdad. Hasta ganas me entraron ayer de darle un susto a una viajera en el autobús: «¡lea a Medardo, hágase el favor!», le hubiera soltado en voz alta ―que leyera tus cuentos, o tus memorias, El cuento de siempre acabar, ese recuerdo tuyo de España tan afilado como honesto y bien contado, con un castellano luminoso como pocos he leído―, pero a la señora le asomaba del bolso un novelón de esos de highlanders ―palabra― y de pronto me entró una tristeza misionera. La cosa está muy chusca, Medardo, y aquí la gente sigue como cuando el café Gijón, con lo de «novela grande ande o no ande», y, a poder ser, extranjera.
Ya sabes que soy lector de cuentos de morro fino, aunque nunca me atreviera a enseñarte ninguno de mis primeros relatos ―ni a darte la vara con ello, que me parece que también por eso te caía yo algo simpático, con lo pesados que nos ponemos los noveles―, tal vez porque la cabra que soy tira al monte de la novela ―perdóname, maestro, porque no sé lo que hago―, porque tengo demasiado de ruso loco y me da por intentar contarlo todo, en vez de hacer como tú, que decías tanto con los silencios, que dejabas que lo no escrito apareciera en tus cuentos y le dejara la última palabra al lector. Tus primeros relatos ―cualquier joven cuentista firmaría hoy un estreno como el tuyo, con ese librazo que es Cuentos con algún amor, que publicaste antes de cumplir los treinta, maldito― se parecían un poco a los de Chéjov, aun antes de que leyeras al médico, y hubieran sido dignos de Katherine Mansfield, a la que leías tanto. Pero a la vez, y esto es lo mejor, no se parecían a nada, en particular a ningún cuento español de la primera mitad del siglo XX. Y es que, a lo peor, quien no te haya leído aún pensará que un señor que tal día como hoy cumple ochenta y ocho años ―no me hagas esto, anda, que ya he comprado las velas y tienes que soplar luego― debe de haber escrito batallitas con mucho polvo de biblioteca encima. Qué sorpresa va a llevarse, que lo que tienen debajo tus relatos son mil correcciones, mucho trabajo, ganas de experimentar, de buscar caminos y, sobre todo, esa mirada tuya, desengañada, incisiva, irónica y tierna a la vez, que, como un buen cuento, le quita lo vulgar y la rutina a la lectura para dejar un eco de vida sugerida, un rastro cierto y sin aspavientos del alma de las cosas.
He tenido la inmensa fortuna de leerte y de conocerte, Medardo, de compartir entre gente muy querida algunos ratos contigo. Por eso no me permito estar demasiado triste, o cuando menos lo intento. Mantuviste siempre, como los más grandes, la soberbia a raya, tan humilde tu presencia pero sin la estratagema de la falsa modestia, tan generosa tu actitud con los demás, en particular con aquellos jóvenes en los que tus ojos sabios identificaban la intención honesta y la voz despierta. Pero también con el látigo fino cuando olías a un tuercebotas cerca. Un buen día tuve incluso el honor de maquetar un prólogo tuyo ―otro de esos gestos que te hacían especial: apoyar a una editorial minúscula y los cuentos de un escritor tan bueno como desconocido― o hasta de hacerte una entrevista ―como un niño esperaste impaciente y gruñón a que se publicara, y como un niño estabas luego, tan feliz―, y es que sólo con trabajos de por medio nos poníamos serios y podíamos hablar de cuentos y literatura, ya que ―y eso también suele ser síntoma de verdadera grandeza en un escritor y en cualquier ser humano― en persona hablabas poco de ti mismo y de tus libros, no sentabas cátedra sobre nada y tenías más curiosidad por el otro que ganas de que te doraran la píldora.
«Al que este mundo no le ponga triste alguna vez o le falta algo esencial o le sobra algo que no le pertenece», dijiste en aquella entrevista. «Dicen que si aspiramos a la luna, la luna acaba acercándose», pude leer en otra. Y yo ahora me quedo aquí, al final de esta carta, con todas las minas de Escocia lloviendo en mi patio y mucho más triste ―no me sale otra cosa hoy― en un mundo en el que ya empiezas a faltar más de la cuenta. Aspirando también a poder enviarte esta carta a alguna parte, para que la leas en cualquier cuarto del cielo ―o lo que hayan inventado allá arriba― en el que haga calorcito, entre un buen sol de meseta y te dejen escribir cuentos tranquilo, tal vez en la vertical de Madrid, a ver si así quedas un poco más cerca.
Aunque sea para soplar las velas del pastel.
Y pedir un deseo. Y otra ronda.
Feliz cumpleaños, Medardo, y hasta siempre.
Tu amigo,
Sergi
(Carta de Sergi Bellver)
La mujer de cristal
Juega conmigo
No me dejas mirarte, pero busco tus resquicios más imprudentes para observar tu boca, aquella que ayer me besó, y no fue en vano, pues una fuerza voraz la poseyó y no pude evitar caer en el exilio de la cordura
Nos conocimos de muchas maneras esa noche, inspeccionamos cada centímetro de nuestra piel tocando con los dedos palabras sinceras pero carentes de sentido
Pues dime, ¿cómo vamos a hacerlo?
Tienes que irte, ambos lo sabemos, aunque la sola idea de no volver a oler tu pelo mientras dibujo caracolas con él, me marchita
Deja atrás la obligación y la rectitud, bésame y que no haya nada más
Fuente: http://memoriasdeunadesconocida.megustaescribir.com/
Tópicos y otras certezas
He intentado olvidarlo, decirte que te quiero con toda la sinceridad que las palabras me permitan, cerrar los ojos y así recordar lo que tiempo atrás hacía que me mordiera los labios al verte.
He intentado ensayar frente al espejo mi sonrisa más neutra para que no puedas cerciorar lo que ambos sabemos que está pasado.
He tocado tus manos como siempre, pero no he reconocido esta lejanía que en mí se manifiesta, ni el letargo de un abrazo que me sabe incómodo.
Y todo para darme cuenta, que yo soy el error.
No quiero caer en el tópico y decirte, cariño, no eres tú, soy yo.
No te mereces palabras tan marchitas por la rutina de quien está en guerra con la sinceridad y valentía
No te mereces que te haya hecho esto, pero ha ocurrido.
Y no quiero reconocerlo, porque a pesar de todo, sé que te quiero, quiero ese ladeo de tu cabeza cuando me miras con dulzura, quiero esos suspiros que denotan incredulidad cuando digo alguna bobería, quiero esa seguridad que solo tú has sido capaz de devolverme, la seguridad de sentirse querida.
Es por ello que me pregunto qué ha pasado, y en qué momento repetí una vez más: a veces, el amor no es suficiente...
Fuente: http://memoriasdeunadesconocida.megustaescribir.com
“¿En qué piensas?”
Recibí tu declaración de amor con fecha del viernes 23...
Estimado Alberto: recibí tu declaración de amor con fecha del viernes 23, misma que paso a responder.
Primero que me pareció medio larga. Ni sabías en qué andaba, entonces te mandaste más por entusiasmo tuyo que por otra razón.
En la parte que ponés “que me amás desde el primer día que me viste”, ¿a vos te parece?, para empezar no indicás qué día fue, no puedo saber si yo también te vi o me llevás ventaja. Sí recuerdo cuando nos presentaron, y ahora entiendo la sonrisa que traías, porque ya venías emocionado, por así decirlo.
Cuando afirmás que “he nacido para hacerte feliz”. No puede ser cierto, ahora no sé cuántos años tenés, pero desde que naciste hasta ahora, ni un poco mejoraste mi vida. O llevás un atraso que ni te cuento o es una de esas frases que se dicen por decir.
¿Que pasás noches sin dormir? No sé si estás tomando algo, ¿qué querés que haga? Podría cantarte una canción tranquila, pero no soy de cantar en público, no sé, me da vergüenza. Probá ir al médico.
Después decís que las estrellas te dicen mi nombre. ¡Estaría todo el mundo llamándome por teléfono si fuera cierto! Móviles de televisión a la puerta de mi casa, la NASA. “¡Ani, las estrellas le dicen tu nombre a un flaco!”. Nada que ver.
Que pasás las horas lánguidamente. ¿Vos buscaste qué quiere decir esa palabra? Para mí que quisiste decir otra cosa.
Por último me pedís que te dé una respuesta y que la vas a esperar con ansiedad. Calmadito, por favor, porque lo que menos quiero es andar con gente nerviosita.
Te voy a ser sincera, me llegaron tres o cuatro cartas de amor más, ¡a cuál más disparatada y boba! Así que la tuya, dentro de todo, fue la mejorcita.
De modo que acepto tu propuesta, vení con flores mañana a partir de las cinco y seremos felices para siempre, mi amor.
Tuya de todo corazón
Anita
(Luis Pescetti)
La carta más bonita del mundo
"La primera vez que la vi…Todo en mi cabeza se silenció. Todos los tics, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos en silencio. Incluso en la cama estoy pensando: ¿Cerré las puertas? Sí ¿Me lavé las manos? Sí ¿Cerré las puertas? Sí ¿Me lavé las manos? Sí.
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios. O la pestaña en su mejilla. La pestaña en su mejilla. La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella. La invité a salir seis veces en treinta segundos. Ella dijo que sí después de la tercera. Pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita, pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella. Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en el suelo.
Cuando nos fuimos a vivir juntos, ella dijo que se sentía segura, como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta dieciocho veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba. Cuando hablaba. Cuando hablaba. Cuando hablaba.Cuando hablaba; cuando me dijo que me amaba, su boca se curvaba hacia arriba en los bordes.
Por la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas, y encenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas del suelo ella seguía caminando.Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba ocupando mucho su tiempo. La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error, pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos antes de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salir de esto y yo no.
No puedo. No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
A menudo, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel. Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches. Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he detenido.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante. Cómo mueve las manillas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas. Cómo sopla las velas. Cómo sopla las velas. Cómo sopla las velas. Cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola. No puedo respirar porque él sólo la besa una vez– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de vuelta, tanto que…Dejo la puerta sin cerrar. Dejo las luces encendidas"
(Neil Hilborn)
Nota: Neil Hilborn es un poeta estadounidense que tiene TOC o Trastorno Obsesivo-Compulsivo, que conmovió a todos con un poema de amor donde, a través de la repetición y la teatralidad, representa una imagen dolorosa pero al mismo tiempo preciosa de su padecimiento, según indican en Huffington Post.
La puesta en escena causó un verdadero revuelo en internet tras su desgarradora presentación en la final del concurso "2013 Rustbelt Regional Poetry Slam" y muchos felicitaron al artista por su particular manera de encarar el problema, como si se convirtiera, de la noche a la mañana, en un estandarte a seguir.
Dí que me llamo María...
Di que me llamo María. En realidad mi nombre no le importa a nadie. Lo he oído tantas veces de una boca que lo ensuciaba que escucharlo me da asco. Así que di que me llamo María. Cuenta que mi vida es una mala pesadilla de la que no he podido despertar, de la que ya he perdido la esperanza de despertar.
Diles que cuando le conocí yo era dulce, sonreía y tenía una vida y él llegó con su dulzura, con su sonrisa y con su vida en la que me ofreció entrar. Háblales de que al principio fue el amor quien me cerró los ojos, y que después, poco tiempo después, fueron sus puños bañados de odio quien me los cerraba una y otra vez.
Explica porqué la vergüenza y el miedo me dejaron muda durante tanto tiempo, porqué sorbí despacio y en silencio mi propia sangre, mis propias lágrimas, porqué volvía una y otra vez, esperando un grito más, un insulto más, un golpe más, hasta que cada humillación llegó a convertirse en un regalo, hasta comprender que bajar la cabeza a veces y sólo a veces, tranquilizaba al monstruo.
Quiero que sepan que sentirse débil, que sentirse vulnerable, duele tanto como los golpes, quiero que lo sepan y que sepan que lo intenté, que intenté deshacerme de la desesperanza y luchar por entrar en la vida con el mismo coraje con el que ahora lucho por salirme de ella. Ojalá hubiera sido más fuerte, lo suficiente para comprender que no hay nada capaz de aplacar al monstruo y que no hay monstruo que te permita ser lo suficientemente fuerte como para comprenderlo.
Explícales que he decidido desprenderme de este dolor que con igual fuerza agita mi corazón, que lo detiene a ratos en un segundo eterno. Ya ni tan siquiera encuentro otra manera de hacerle daño, salvo alejándome de él y regalándole mi último momento de sufrimiento inútil, ese con él que tanto goza.
He acallado para siempre el timbre de la puerta y el sonido estridente del teléfono. No quiero que nadie interrumpa esta muerte, el único acto voluntario y feliz que recuerdo desde hace mucho tiempo. No sé cuál es la dosis necesaria para comprar el billete de ida. Resulta cómico pensar que la muerte se encierra en este frasco que baila entre mis manos magulladas, una muerte dividida en minúsculas porciones de color.
Quiero que les leas esta carta, con las últimas migajas de esperanza que me quedan, para que esto no se convierta en mi último monólogo.
Fdo. María.
(Día 25 de noviembre es el día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres)
Carta de despedida...
Antes de rendirnos fuimos eternos... y ahora ya me ves: escribiéndote otra estúpida carta de amor.
No sé muy bien cómo empezar a terminar esta historia que ya no es... precisamente de amor. Nunca creí que iba a llegar este día, aunque llevo meses dándole vueltas al asunto con el temor de dar este paso, el definitivo. No me siento fuerte, ni segura. Es más, cada vez que ensayo lo que quiero decirte me salen reproches que ya no tienen ningún sentido, porque, a estas alturas, ya está todo dicho y no deseo despedirme con un sabor amargo, sino todo lo contrario: agradeciéndote estos últimos años.
Cómo ha pasado el tiempo, ¿verdad? y cómo hemos cambiado... no en la esencia, pero sí en las circunstancias y en la forma de querernos y de necesitarnos. Tú ya me entiendes, ¿para qué darle más vueltas, si esto ya no tiene arreglo?
Y sigues insistiendo en que no quieres que me vaya. En cambio, tus actos no se corresponden con tus palabras. Mírame a los ojos y dime, ¿por qué parezco yo la mala de esta película en la que me siento abandonada?
¿Ves? De nuevo se me desbocan los reproches que detesto, porque imaginé esta historia con fecha de caducidad desde el principio, pero pensando que el final sería de esos de película. Un final sellado con un beso con el ocaso de un otoño maravilloso de fondo y jurándonos aquello de "nunca te olvidaré, porque has sido el amor de mi vida".
De ese deseo a la realidad sólo encuentro una semejanza: el otoño que ahora tenemos, que de un tiempo a esta parte se ha vuelto un tanto invernal; y no me refiero a que hayan bajado tanto las temperaturas desde que rompimos, que también, sino a que de repente el frío se ha instalado entre nosotros, un frío que comenzó el verano pasado...
Sé que te echaré de menos, pero intentaré olvidarte por todos los medios. Me envolveré en una rutina de horarios que no me deje tiempo libre para pensar en ti. Te lo prometo. Tú lo tienes más fácil, porque ya me has olvidado; estoy segura de eso. Haces tu vida como si yo nunca hubiera rozado tu piel, como si no hubiera existido lo nuestro. Y actúas de modo tan real, que empiezas a hacerme dudar de ello. No me importa. Sé que lo nuestro existió. Que hubo un tiempo en el que tú y yo éramos "nosotros" y no dos desconocidos como ahora. Pero qué más da, si lo que deseas es eso...
Y como dice la canción...¿y todavía dudas de quién dejó a quién? No, no fui yo...
(Sarah)
Y aún te amo...
Me gustaría pensar que todo está bien, que soy adulta, y por ende, lo suficientemente madura como para verte desde otra perspectiva, ya como a un amigo. Pero por más que lo intento no puedo engañarme. Sigo viéndote como la persona de la que un día me enamoré. La persona que me hizo sentirme viva y guapa de nuevo.
Me sentí amada por alguien. Alguien que me escribía cartas de amor. Alguien que me deseaba en secreto. Alguien que deseaba estar conmigo a todas horas y buscaba los encuentros, como los buscaba yo, a pesar de que ni el tiempo ni las circunstancias estaban de nuestra parte.
Pero todo eso cambió un día. No sabría precisar cuál; poco a poco empezaste a alejarte de mi con excusas no demasiado elaboradas.Yo te quería, como te sigo queriendo aún, y por eso lo justificaba todo y me decía a mí misma que estabas demasiado ocupado, que tu otra vida pesaba como un lastre en tu día a día y que todo el tiempo que pasábamos juntos, por poco que fuera, era un regalo...
No sé cuándo pasé de no verte a empezar a hacerme invisible en tu vida. Tus mensajes eran continuas despedidas que decorabas con las mismas excusas mil veces, y yo te creía, o tan sólo quería creerte.
Y así, ha pasado este último año, El amor no se va de un día para otro, no. El amor intenta aferrarse a lo poco que le queda de otro tiempo en el que nos hacía felices a ambos. No me hagas pensar que no existió, que todo fue una invención mía, porque fue real aunque tú lo intentes negar ahora. Yo te amaba. No, no voy a hablar en pasado porque bastaría que volvieras a descolgar el teléfono para que fuese corriendo de nuevo a tu lado, como un perrillo sin amo. Así me siento; desvalida y falta de abrazos, porque sé que haga lo que haga, nunca serás para mí. Y porque lo llame como lo llame, aún te amo...
Me quedo con una frase que he leído hoy. Definitivamente no eres la persona que merezco porque según reza en una pintada "la persona que mereces es aquella que, teniendo la libertad de hacer lo que quiera, te elige a ti en todo momento". Y ése, cariño, nunca has sido tú...
Cuídate.
(Lola)
Un invierno sin sol
Yo amé, con perdón.
Yo viví
(Escandar Algeet)
Carta de un príncipe desheredado
...Caminaba sin rumbo, en compañía de un viejo amigo, y te vi: con la mirada perdida, desorientada, con el peso de la soledad que cargabas en tus hombros, con tus tacones altos negros, y esa hermosa mirada que me deslumbró ni bien entré al lugar, tarde, 4.00am, cansado de dar vueltas en círculo, después de saludar a la misma gente de siempre, las mismas caras de todos los sábados, te ví, sentada en el pasamanos de un pequeño túnel; te ví y me enamoré de tu belleza, de tu soledad. Ya no quise caminar más. Nos pusimos a charlar. Te robé uno o dos besos...y desde ese fin de semana, nunca más nos volvimos a separar, hasta hoy amor. ¡Tanto tiempo. Tantas cosas que vivimos juntos! Si supieras todo lo que aprendí de vos...y cuánto aprendo aun estando separados...
Ojalá algún día lo pueda superar...
Pasó julio y llegó agosto. ¡Cómo esperaba los fin de semanas, para tenerte en mis brazos!, para mimarte, para adorarte... qué felicidad irte a buscar, tan lejos de casa, para tener tu gran compañía... Pensar que el día que nos conocimos terminamos desayunando juntos en un AutoMac, el primer beso...mi inocencia...tu experiencia y la ternura en tus besos......
.... Tanto tiempo juntos, que ahora me duele y me pesa tanto la soledad... Me acostumbré tanto a ti, que ahora sólo siento el vacío que queda recorriendo la casa, el patio, tu sexo en el garaje... Te veo amándome en la piscina, en el baño y en mi escritorio. Eras y serás siempre el fuego de la pasión, y del sexo más libre y salvaje que he conocido; la que me despertó de ese largo viaje llamado: rutina.
...Me voy amor, por que ya no puedo vivir así: preocupado, esperándote, preocupándome, si estás bien, si alguien te lastima y yo tan lejos... Ya no puedo concentrarme en mi trabajo, ni en mis estudios y vivo imaginándome los pensamientos más oscuros y horrorosos sobre ti. Ya no eres la que yo conocí. Y como la noche apaga al sol, así vistió tu alma de oscuridad y de ambición a tu corazón. Y pasé de ser, tu príncipe azul, a ser sólo un pedazo de carne. Ya no creo en ti. Ya no creo en mi, y nada tiene ya sentido alguno, después de tu decisión.
No te echo la culpa. Sí me hago responsable de las veces que te lastimé. Ahora sólo me queda rezar, para que encuentre un poco de paz mi alma atormentada, y pedirle a Dios que no me abandone y me dé la fuerza para dejarte ir. Dejarme ir...
Nunca te olvides que en los peores momentos, siempre estuve ahí, firme a tu lado, compartiendo tu tristeza, tus miedos y tus angustias; y aquellos días en mi ciudad, en los que con tan poquito nos divertíamos tanto. Nos teníamos el uno al otro.
Ojalá te vuelvas a encontrar. Ojalá llegue la paz a tu hogar, a tu alma. Que Dios te acompañe siempre en el camino tan difícil que decidiste seguir. Te dejo mis ideales aquí; mis más tristes pero verdaderos sentimientos: mi verdad ( la mía , no la de la gente ) y mis últimas indicaciones para cuando estas notas ya dejen de quemar en la hoguera de nuestros corazones......
Amor:
¿Quién sería yo, si te dejara pasar así, si dejara que fueses la carne de cañón de este sistema social devastador y salvaje? Si te cansé con mis sermones es porque te amé de verdad: con el alma, la mente y el cuerpo, que siempre me puse en tu lugar y en tus necesidades, que traté de dartelo todo y hasta lo que no tuve...
Que algún día lo vas a entender, que siempre trates de rodearte de gente sincera de alma y buena de corazón. Que cuando tenemos muchos, todos nos quieren y de muchos amigos somos, y que cuando las cosas se ponen difíciles, solo están los que la erosión del tiempo no desgastó la esencia ni el amor hacia vos. No te olvides jamás de eso...
Dale una buena educación a tu sol, cuida siempre su entorno. Cuídate y cuida tu mente. No te expongas tanto a ese ritmo de vida, que la vida siempre te pasa factura. Nunca cambies tu fuerza de toro, incomparable, tu energía de luchadora. Guárdame en uno de tus cajoncitos de madera como lo más puro que tuviste, y no vuelvas nunca hacia atrás, siempre para adelante. Que ojalá algún día encuentres el hombre que necesitas, que te cuide y que te valore, y te enseñe también a hacer algo que yo no pude: conseguir que te valores más.......Vales mucho y nunca los supiste ver.
No le tengas miedo a los muertos ni a la oscuridad, ni a los fantasmas. Ten desconfianza en los vivos, que son lo únicos que pueden hacerte daño, que hay muchos locos sueltos en la calle , llenos de odio y venganza hacia tu género.
Que nunca dejes de ser esa mujer tan dulce con tu hija, que jamás bajes los brazos y sigas luchando por tus sueños que, aunque yo no comparta la manera, no significa que la mía sea mejor o peor que la tuya. Trata de olvidar todo lo malo de tu pasado. Imagina en tu mente un cajón con llaves y mete todo lo malo allí que te tocó vivir amor, que se puede. La vida es tan corta, que no sirve de nada vivirla envenenado por el pasado, ni con viejos rencores. No pierdas tus ganas de bailar y de reír siempre. Y acordate que en muchas casas con muy poco, son más felices que en las que lo tienen todo. Es cuestión de saber valorar las pequeñas cosas. Lo material va y viene siempre, pero el amor perdura con el paso del tiempo.
Que nunca es tarde para empezar de nuevo, una nueva vida.
Me voy lejos. pero tranquilo, para matar de apoco tu recuerdo. Que te quedes tranquila que voy a estar bien, y que aunque ahora soy prisionero de mi angustia, sé que mañana...mañana de nuevo sale el sol para los dos.
Te guardo para siempre en mis recuerdos mas bonitos...
Te amo
Tu Principito
(HDE)
Aquí me quedo yo...
Te quise tal y como eras, angel guardián de mis noches y mis miedos. Ahora estoy, sigo, respiro el perfume que dejaste en la casa, y me quema el remordimiento de no haber dado más de mí, decirte al oído te amo, una vez mas...
Los aviones pasan cerca de ti, y una estrella te acompaña, tu supernova Ariadna, que es el brillo que te alimenta cuando estas menguando. Ahora eres la Luna, te miro y parece que puedo tocarte, y estás ¡tan lejos...!
Aquí me quedo yo, en la tierra de los humanos, y desde que no estás padezco el sufrimiento de los mortales. Soy tan simple amor, ahora sin tus besos, que con tu adiós te llevaste el poder de mi fuerza de dios omnipotente...
Soy tan simple ahora.......... efímero, pequeño, casi un granito de arena........y sigo y aquí me quedo-
porque me dejaste en este desierto de desencuentros, el tuyo, el mío......las ganas de volver a sentirte respirar cerquita de mí...
Si alguna vez te lastime, te pido perdón. El perdón que un esclavo le suplica a su amo; el que nunca pudo resolver tu orgullo, porque de errores nos hacemos más sabios día a día. Tal vez eso si se quedó contigo: esa sensación de haberlo tenido todo. ¿Y ahora?.... míranos amor, yo aquí en la tierra de los mortales ¿y tú?......Tú, la Luna.
Te dejo como satélite de mis noches, y te doy mi constelación de recuerdos para cuando te sientas sola...
Y me voy así, sin decirte adiós, porque así lo quisiste Tú...
Cuando la luz del día te guarde, guardaré las heridas mientras dure la mañana, y volveré a pedirte que bajes de nuevo, cuando te renueves otra vez.......
Me olvidaba: los días de luna nueva, son para que descanses de mis oraciones y vuelvas a creer en el amor otra vez, en uno nuevo, el que siempre soñaste....porque a partir de hoy, aquí me quedo yo......
Desahogo
Cuántas veces...
M.V
Y como aquella vez, te lo vuelves a llevar todo...
Querida amiga:
Pasa el tiempo.
La distancia, como siempre, separa más que une. Es inevitable. Intenté convencerme de todo lo contrario pues te fuiste de mí del mismo modo en que te presentas hoy, de improviso, y parece ahora ayer, cuando en esa despedida fui abandonado con un hola acre que resultó ser un adiós envuelto en una sonrisa forzada que decía que no te volvería a ver.
Pero has vuelto, y aquí estás, sin venir y sin esperarlo, como un capricho cruel de la memoria que se parece al destino y al tiempo que no tienen medida, y ese sino quiere que vuelva a saber de ti y quiero decirte que yo estoy bien, que tengo mujer y dos hijos muy guapos, y que trabajo de lo que quiero, y que tenía muchas ganas de verte porque siempre pensé que nunca te iba a encontrar de nuevo.
Han pasado tantos años, vida mía.Y mientras te escribo, muy despacio, pierdo mi nombre y mi condición de hombre pues no hay nada más inmenso que una herida cerrada, una cicatriz que desea bañarse con la voz de tu recuerdo, y ese recuerdo entra en mí, sin pedir permiso, otra vez, y bailamos, como aquel día en el que, arrogante, me pisé a mi mismo y casi caigo y me acerqué mucho a tu cuello, y un bucle rubio no se quiso apartar.
Y aquí estás y me dices hola amigo, y como aquella vez, te lo vuelves a llevar todo.
Ya termino la carta, ya termina el baile... mira, acabamos solos de tanto buscarnos para siempre.
Tuyo
Claudio
(Del blog: Es Amor)
Te he mentido
Querida Cristina:
He decidido hacerte esta carta porque mereces saber que nada es culpa tuya, simplemente todo ha cambiado y no sé decirme por qué.
Te adoro pero no, no puedo seguir contigo. Lo cierto es que te he mentido y eso no es lo peor, lo peor es que llevo haciéndolo desde el primer dia y lo más ridiculo es que también me he mentido a mí mismo creyendo que por fin te habia encontrado.
Adoraba como pasabas de enfadada a enamorada en cuestión de segundos. Me encantaba tu piel y el olor a crema hidratante cada vez que me abrazabas. Adoraba el modo en que decías si a todas mis locuras. No podia vivir sin tus abrazos constantes. Me encantaba cuando te burlabas de mis tonterías y eso te hacía estallar en mil sonrisas. Disfrutaba sin hacer nada, matando el tiempo, paseando, besándonos. Adoraba tantas cosas de ti...
En cambio, ahora odio tus cambios repentinos de humor, detesto cuando te pones esa crema hidratante y me tocas con la piel pegajosa. Odio tu poca iniciativa y que digas sí a todo. Me agobia que quieras estar siempre pegada a mí y me enfurece que te burles de mis cosas y encima te rías. Me aburre estar sin hacer nada perdiendo el tiempo.
Por eso no puedo seguir contigo, porque cometi ese error que comete todo el mundo de creer que eras quien yo quería que fueras; de, sin conocerte, decirte que eras la mujer de mi vida. De pensar que eras mi una entre un millón, porque eran más mis ganas de encontrarte que las de estar contigo.
Pero no has sido tú la unica engañada; yo también me crei que eras para siempre, que serías mi antes y mi después, lo que siempre habia soñado.
Sé que me volverá a pasar, me volveré a mentir. Volveréis a parecerme todas las anteriores en insight y volverá a parecerme todo increíble. Me veo mintiéndome otra vez, equivocándome, pero ya no contigo, ya no contra ti.
Desde cero
Primera Carta
Como cada noche
En el duermevela, en ese momento, donde lo real se confunde con lo irreal, de mis labios se escapó tu nombre.
¿Será por eso, que volví a soñarte?
Y como cada noche, te vi llegar hasta mí, con esa sonrisa tuya, que tanto me gusta,
y a cada paso tuyo, las mariposas de mi alma, revoloteaban con más fuerza.
Como en cada noche, me tomabas de la mano, acariciabas mi mejilla, y me decías:,
Te amo, vida mía,
¿Me acompañas a vivir?
Y yo, sonreía, te besaba, te hacía bailar, girar, una y otra vez sin parar de mirarme en tus ojos, casi sentía el roce de tus labios y tus dedos acariciando mi pelo.
Y como cada noche, volví a vivir, volví a sentir, y al despertar, el lado vacío de mi cama, me recordó, que soñando también se puede vivir.
Vivir para soñar, soñar para vivir.
(Alicia, Fuente: EsRadio)
Carta de ser
Te escribo esta carta sin ningún tipo de pretensión. Es algo que yo necesito que sepas y que creo que también deberías saber tú. Espero que nunca ocurra, pero si algún día todo se tuerce, empiezas a pensar que no vales lo suficiente o alguien te hace daño, espero recuerdes esta carta que tienes ante ti.
Voy a eludir la trampa de los recuerdos, esos que me muestran lo mejor de lo que fuimos, y lanzan a mi cerebro, imágenes de lo que podríamos volver a ser. Me costó tiempo entenderlo, pero nuestro momento ya pasó. A veces pienso que no tuvimos suerte, que simplemente la vida nos cruzó en el momento equivocado. Pero ya nada de eso importa, fuimos y eso es lo que perdura. Por ello insisto en que esta carta no pretende cambiar nada entre nosotros.
"Créeme cuando te digo que ella es diferente, querido amigo, espero que tengas una oportunidad similar en la vida, porque yo nunca he conocido a nadie igual..." estas son las primeras palabras que escribí sobre ti, con el mejor de los amigos cuando intercambiábamos correspondencia. A lo largo de mi vida he conocido a muchas mujeres y he amado a tantas otras. No sabría decirte con qué intensidad y desconozco si realmente te busqué en cada una de ellas. Lo que sé a ciencia cierta es que nada hallé y nunca volví a referirme a nadie en estos términos. Por ello, creo que debes saber que tu forma de ser es inigualable. Te lo digo así, sin artificios, con un lenguaje simple y directo: no he sido capaz de encontrar tu ingenio, tu alegría o tu sentido del humor. Quizá suene a tópico hablar de tu personalidad, pero puedo asegurarte que eres única. Y es que, cualquier aspirante a tus besos construirá un monumento en honor al misterio de tu belleza, un lienzo de tus profundos ojos o una catedral de tu sonrisa. Y no serían palabras vacías, porque verdaderamente eres un compendio de obras de arte. Eres la joya en la que todo el mundo puede ver la perfección, pero nadie dedica tiempo a mirar el universo que se esconde dentro.
Recuerda todo lo que vales, cuando algún mediocre te deje marchar. Cuando sientas que eres menos, vuelve a leer esta carta, y yo, te volveré a contar por qué eres mejor que las demás.
Solo espero que encuentres a alguien que sepa ver en ti, lo que yo hace tantos años pude conocer y que te quiera tanto como yo te pude llegar a querer. Mientras tanto, yo sigo con la carga de encontrar a alguien que me suponga verdaderamente un reto, como lo fuiste tú en aquel febrero olvidado.
(Del blog. "Es amor")
Ya nadie escribe cartas de amor...
Son las 4:40 de la madrugada y acabo de fumarme un cigarrillo en la ventana. . .
Como verás, mantengo la vieja costumbre de fumar en las ventanas. La ventana de la cocina del lugar donde vivo es igual a tu ventana, da a un pozo de aire y està llena de plantas pero aquì no "llueve" en las madrugadas.. (nadie tiene la costumbre de regarlas a esas horas intempestivas)
El entorno que me acompaña junto con mi "habitual" cigarrillo es parecido. También las plantas. . . . . Una vez leì que ellas no tienen una consciencia individual como los humanos, tienen una colectiva, igual que los animales (por eso cada vez que veo un perrito le mando mis mensajes al mío para que se los transmitan) .
...Nunca màs pude dormirme antes de las 4 de la madrugada , no pude quitarme esa costumbre. Aquì pensarán que estoy loca.
A todo esto, te estaràs preguntando a qué se debe este carta. Recièn hoy puedo escribirte, recièn hoy despuès de que pasaron tres meses de aquella noche que me fuì, o que te fuiste. Pero el silencio no iba a ser para siempre, sòlo el tiempo necesario para darte una explicaciòn de còmo pude realmente desaparecer radicalmente de tu vida. Tal vez para tì no sea el dìa ni el momento oportunos para saberlo, pues es probable que ya no te interese. Esta carta màs que a tì me la debìa a mì.
Hoy quiero que sepas quien fuiste tù para mi, independientemente de lo que yo haya sido para tì. Nadie como tú me ha hecho reir tanto, nadie me ha protegido tanto y se ha procupado por mì como lo hiciste tù. Nadie se ha ocupado por compartir mis penas, mis tristezas, mis problemas...
Y aunque mi vida era una contrariedad tras otra, en el fondo yo sabìa que estabas allì para sostenerme, para inventar ideas o para sorprenderme como aquel dìa que me robaron la cartera y apareciste en mi trabajo con una nueva que dentro tenia las entradas para el teatro.
Contrólate muchacho
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