sábado, 4 de octubre de 2008 | By: Abril

Carta de Desamor



Querido Alfredo:

(¿Me está permitido decirte querido?)
Recibí tu carta esta mañana, cuando apenas me levantaba, y me marcó el día.
Salí a caminar, recorrí los lugares que caminamos juntos, abrazados. Claro, lo primero fue salir a la calle, y pisar el lugar en donde nos besábamos al acompañarme hasta la casa, y en donde ideamos delicias secretas que la gente al pasar no estaba seguras de ver, gracias a los muchachos que rompieron el farol de alumbrado.
No es fácil ubicarse con el recuerdo y los sentimientos en ese lugar, con la decisión que has tomado. Recuerdo cada una de nuestras caricias, recuerdo como brotaba tu excitación cuando mi pierna se cobijaba entre las tuyas, como mi lengua parecía perderse en tu boca, era una mariposita aleteando en busca de néctar.
Debo ahora enterrar las sensaciones: el vello erizado, los dos botones endurecidos en mi pecho con tus caricias, el calor en las mejillas, el cosquilleo que brotaba en lo más íntimo de mi cuerpo.
No entiendo lo que pasó. Ibas a tomar tu curso y regresar, resolvimos que íbamos a seguir como estábamos, que lo nuestro merecía continuar... tu prometiste escribirme casi a diario un mail, lo cual cumpliste en principio y comenzaste a espaciar.
No se me ocurrió que podía ser todo simplemente una situación que se da entre un hombre y una mujer, y que luego se disipa como tormenta, dejando desorden y desapareciendo.
Que estés con otra mujer en una relación estable no me parece creíble, porque estabas conmigo en una relación estable, o sea que no puedo, no quiero entender qué es para ti una relación estable, si el paso que íbamos a tomar al regresar tú era irnos a vivir juntos.
Me lo cuentas por carta. Has cerrado entonces la posibilidad de vernos, supongo, y habrás pensado que la ocasión ameritaba una carta y no un mail. No sé lo que pensaste, a esta altura de la historia no sé que pensar.
Acostarme amándote y siendo (o creyendo ser) amada por ti, para en la mañana despertar a una nueva relación entre los dos o una no-relación.
No voy a recriminarte nada, supongo que nadie está exento de dañar a alguien, consciente o inconscientemente: Sólo espero que no te equivoques, porque habrías destruído a dos personas.
Supongo que pese al dolor, raramente, me doy cuenta de mi amor por ti, que tardará en anestesiarse y seguro quedará como una cicatriz que me recodará de tiempo en tiempo (como las físicas los días que está malo el clima) lo que pasó.
Sigamos adelante con nuestras vidas, cada uno por su camino...
Te quiere
Lucía
(De la web: Carta de Amor)