lunes, 24 de octubre de 2022 | By: Alea

Quiero estar soltera contigo

 


Quiero estar soltera contigo.

Quiero que vayas a tomarte una cerveza con tus amigos, para que al día siguiente tengas resaca y me pidas que vaya a verte porque te apetece tenerme entre tus brazos y que nos acurruquemos. Quiero que hablemos en la cama por la mañana de todo tipo de cosas, pero algunas veces por la tarde; quiero que cada uno haga lo que quiera durante el día.

Quiero que me hables sobre las noches que sales con tus amigos. Que me digas que había una chica en el bar que te ponía ojitos. Quiero que me mandes mensajes cuando estés borracho con tus amigos para que me digas chorradas, sólo para que puedas estar seguro de que yo también estoy pensando en ti.

Quiero que nos riamos mientras hacemos el amor. Que empecemos a reírnos porque estamos probando cosas nuevas y no tienen sentido. Quiero que estemos con nuestros amigos, para que me cojas de la mano y me lleves a otra habitación porque ya no puedes aguantarte más y tienes ganas de hacerme el amor ahí mismo. Quiero intentar permanecer en silencio porque hay gente y nos pueden oír.

Quiero comer contigo, que me hagas hablar sobre mí misma y que tú hables sobre ti. Quiero que discutamos sobre cuál es mejor, la costa norte o la costa sur, el barrio occidental o el oriental. Quiero imaginar el apartamento de nuestros sueños, aun sabiendo que probablemente nunca vivamos juntos. Quiero que me cuentes tus planes, esos que no tienen ni pies ni cabeza. Quiero sorprenderme diciendo: "Coge tu pasaporte, que nos vamos".

Quiero tener miedo contigo. Hacer cosas que no haría con nadie más, porque contigo me siento segura. Volver a casa muy borracha después de una buena noche con amigos. Para que me cojas la cara, me beses, me uses como tu cojín y me abraces muy fuerte por la noche.

Quiero que tengas tu vida, para que decidas irte de viaje unas semanas por puro capricho. Para que me dejes aquí, sola y aburrida, deseando que salte tu carita en Facebook diciéndome "hola".

No quiero que siempre me invites a tus juergas, y no quiero invitarte siempre a las mías. Así, al día siguiente puedo contarte cómo fue la noche y tú puedes contarme la tuya.

Quiero algo que sea simple y, a la vez, complicado. Algo que haga que, a menudo, me haga preguntas a mí misma, pero que, en el momento que esté contigo en la misma habitación, desaparezcan todas las dudas. Quiero que pienses que soy guapa, que estés orgulloso de decir que estamos juntos.

Quiero que me digas te quiero y, sobre todo, poder decírtelo yo a ti. Quiero que me dejes andar por delante de ti para que puedas ver cómo se mueve mi culo de lado a lado. Para que me dejes arañar las ventanas de mi coche en invierno porque mi culo se contonea y eso te hace sonreír.

Quiero hacer planes sin saber si al final los realizaremos. Estar en una relación clara. Quiero ser esa amiga con la que adoras quedar. Quiero que sigas teniendo el deseo de tontear con otras chicas pero que me busques a mí para terminar la noche juntos. Porque quiero ir contigo a casa.

Quiero ser esa a la que le haces el amor y después te quedas dormido. La que te deja en paz cuando estás trabajando y a la que le encanta cuando te pierdes en tu mundo de música. Quiero tener vida de soltera contigo. Porque nuestra vida de pareja sería igual que nuestras vidas de solteros de ahora, pero juntos.

Un día, te encontraré.

(Isabelle Tessier)

martes, 6 de septiembre de 2022 | By: Alea

Día número 203



Mis parpados se abren y mis pupilas se dilatan, no es la tenue luz que traspasa la ventana, es un brillo incandescente que se refleja en unos gigantescos y despistados ojos color miel, advierto, no es que sea una muchacha encantadora, solo es el brillo de sus ojos el que se ha robado mi mirada; ella, lleva una chaqueta gris con un gorro lanudo que contrasta perfectamente con el frío acogedor del páramo de Sonsón, pero su baja estatura hace que pase desapercibida por todo el recinto de clase.

Ella menea sus perfectas caderas buscando el lugar indicado para posarse y mientras se pasea por el recinto le observo con atención sin que ella note la desesperación de mis ojos.

Es inevitable no dejar de observar detalladamente cada una de sus acciones, puedo ver como escucha, como observa, como abre su mandíbula para arrojar de su bella boca delgada, versos y palabras que se pierden en el espacio, puedo ver como se abren y se cierran sus parpados en cámara lenta, puedo contar sus pestañas y hasta ver su respiración.

Sus cabellos castaños no muy largos cuelgan desordenados y es el momento de admitir que desordenó todo en mí.

Es sábado, el día número 203 del año 2017, para ser un poco más exactos 22 de julio; las horas pasan y sin quererlo el día gira alrededor de ella; sigo viéndola, una, dos, tres veces, es extraño, mis ojos no se cansan de mirarla.

Son las 7 P.m. y el día culmina sin dirigirnos una sola palabra. Me voy a casa, intento improvisar verdades, pensar en realidades y sin quererlo una imagen de aquella mujer se forma en mi mente, pienso inconsciente: creo que el asunto se está complicando, ¿en verdad busco a alguien que me complemente la existencia? Es quizás lo que busco. No sé si ese complemento se encuentre en el brillo de esos ojos, tal vez en su resplandeciente sonrisa o en sus cabellos desordenados, aunque no sé si estoy preparado para estas pendejadas del amor, creo que ella tiene ese complemento que llena mi existencia.

Considero que para comprender el amor primero debo conectar cuerpo y alma y corazón y mente, esto me hace recordar la teoría de Ferdinand de Saussure, donde define al signo como una entidad psíquica de dos caras, la imagen acústica y el concepto, dos elementos íntimamente ligados que se requieren mutuamente. Es así mismo como se comprende el amor, ligando cuerpo – alma y compenetrando emociones con realidades.

Siempre he sido consciente de que el amor es un elemento esencial en la composición de todo ser humano, pero nunca llegué a dimensionar la grandeza de esta palabra, una palabra llena de significados, sensaciones, emociones, una palabra tan grande que se resume en algo tan sencillo, ella.

Ella, que sin querer llegó iluminando ese día con sus ojos y su sonrisa, ella que sin querer llegó llenando el vacío con su energía, ella, que tenía que llegar justo ese día número 203 para complementar mi vida…

Oscar Hurtado López del Blog Escribir con el alma 

:)
martes, 10 de mayo de 2022 | By: Alea

En el muelle de San Blas

 


Querido Tú: 

Alguien me ha dicho que las personas somos lo que sentimos y somos lo que vivimos con intensidad. Somos recuerdos, somos nostalgia, somos deseo, somos tristeza y sonrisas. Somos locura y abrazos en un atardecer mirando el paisaje que se cuela por nuestras costuras, y cierra viejas heridas. 

No hay nada infinito. Somos lo que vivimos, un momento, una canción o una voz...que recordamos como si no hubiese pasado el tiempo. 

Me pregunto si alguna vez te acuerdas de mí, como yo lo hago de ti. Estás presente en todos los días de mi vida. Estás aquí a mi lado mientras te estoy escribiendo, esto que tú nunca leerás, porque ya no somos aquellos que fuimos. 

Echo de menos las conversaciones que teníamos, sobre nada en concreto, pero con esas ganas enormes de cambiar el mundo. Echo de menos las risas y los abrazos. El olor de tu cuello cuando te acercabas para retirar un mechón de pelo de mi cara, antes de besarme. Te encantaba escuchar aquello que te decía de "me gustas porque eres limpio, elegante y porque hueles muy bien". Siempre se dibujaba en tus labios una media sonrisa y luego decías "te quiero, y siempre será así, no lo olvides". 

Pero el tiempo pasa y las palabras son regalos efímeros que se lleva el viento. La vida nos presta momentos en los que el tiempo se detiene y el corazón se rompe. Aquellos recuerdos son una película en blanco y negro, que yo me empeño en recrear una y otra vez en una suerte de moviola infinita. No consigo que vuelvas, por mucho que lo desee, solo consigo hacerme daño pensando en ti. 

Si supieras la de veces que he planeado todo, la de veces que he ido a buscarte y me he vuelto llorando...he construido en mi mente un encuentro casual en el que nos cruzaríamos en un recodo del parque y nos abrazaríamos sin modales...y después tomaríamos café en el Zurita, lamentando el error de habernos separado y prometiendo no volver a hacerlo nunca más...

Pero ese encuentro no llega y me paso la vida esperando que ocurra un milagro. Que tú me encuentres o, mejor dicho, que me quieras encontrar, porque mi sitio está aquí y no ha cambiado en todo este tiempo (en todos estos años que nos separan).

 Aquí sigo, vestida de novia, esperando verte pasar...

(N.R.H)