miércoles, 14 de julio de 2010 | By: Abril

Simplemente "Gracias"


Te escribo esto mientras apoyo el cigarro en un cenicero de cristal de esos que ponen en los cafés caros, solo que esto no es un café caro, es una triste y ruin buhardilla.

Huele a humedad y a té, miro a mi alrededor y veo que las cortinas tienen los bordes raídos y los cristales están sucios por la lluvia. No hay ni un solo mueble decente y los libros se apilan en montones por el suelo. De la lámpara del techo cuelgan todos esos sombreros que nunca te pones. El baño no tiene puerta y las fotos de las paredes no tienen marco. Puede parecer deprimente, pero me encanta porque si cierro fuerte los ojos puedo verte en cada uno de los rincones de esta habitación y entonces mi cerebro me proporciona las adoradas endorfinas que hacen que todo parezca un sueño, no, no cambiaría este lugar por nada del mundo.

Recojo mi cigarro y pienso en la felicidad, ese estado entre la satisfacción y la alegría, pienso sinceramente que soy feliz y pienso que soy feliz por ti y que si algún día tú te vas dejaré de ser feliz.

Mientras doy una calada me doy cuenta de que esta carta no es otra estúpida carta de amor, de esas que se nos amontonan en los cajones, esta es una carta de agradecimiento.

Gracias, gracias… por enseñarme que hay otra forma de querer, que amar no es sinónimo de amargura, que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas, que se puede dar un beso lleno de ternura y un abrazo repleto de pasión, que podemos desnudarnos con la mirada sin ni siquiera tocarnos, que puedo viajar a los lugares más hermosos sin levantarme de la cama, solo con tu voz, que una mirada puede ponerte la piel de gallina, que llorar es divertido y a veces reír es muy triste, que el destino lo escribimos nosotros en el espejo del baño, que cantar en la ducha es la mejor terapia, que no hay ningún maquillaje capaz de pintar la alegría, que no importa lo que piensen los demás, que me puedo bajar del mundo siempre que tenga miedo, que las cicatrices nos hacen más fuertes, que el amor nunca se gasta, que cualquier día es bueno para demostrarte que te quiero, que las rosas solo son flores, que la vida es un juego y no gana el que llega más lejos sino el que juega mejor… me has enseñado tantas cosas que las palabras se amontonan incapaces de transmitir tanto sentimiento.

Apago el cigarro y pienso que las palabras no valen nada, que desaparecen con el tiempo, se borran, se olvidan, pero los recuerdos no, ellos permanecen siempre en nosotros, por eso pienso recordar cada día de mi vida que tú y solo tú me has enseñado a ser feliz.

Porque haces que la vida merezca la pena. Gracias.


(Marta Cardó Guerra,Primer Premio del I Concurso de Cartas de Amor, IES San Miguel de Meruelo, febrero de 2010)