martes, 12 de marzo de 2013 | By: Abril

Buenas noches, amor mío


Perdón por lo de "mío", no quiero que pienses que es posesión. Más bien piensa que hasta hace unos meses creía que después de más de cuatro décadas significaba que los dos nos habíamos convertido en uno solo, que compartíamos todo aunque los sentimientos eran de cada uno. Con la ilusión de tener a la espalda muchos años, de haber vivido juntos momentos como los estudios, el comienzo de los trabajos y la distancia en kilómetros entre los dos... Era todo maravilloso, soñábamos cada día con el encuentro, con nuestra unión.

Pero, como todo llega, ese momento llegó. Todo lo soñado lo fuimos experimentando, con todas las dificultades que conlleva la convivencia y con esos enfados que en seis años de noviazgo no habíamos tenido.

En unos años y casi sin darnos cuenta, los niños ocuparon todas las horas de cada día, que junto a los trabajos y tareas no había minutos para nada más. Bueno, para querernos buscábamos algún ratito.

El tiempo pasa tan rápido que antes de que te quieras dar cuenta todo ha cambiado. Los jovencitos se convirtieron en maduritos, con los hijos independizados, con su vida propia, sus trabajos, los hijos, nuestros nietos y con ellos una nueva ilusión.
                         
Sin embargo, como todo lo finito es cambiable y con la jubilación surgió la idea fantástica de relacionarse con amigas de la juventud perdida. Como en una vida tan relajada todo es un poco monótono y conocido, lo novedoso se intuye rápidamente. Así lo encontré, el mundo que yo creí tener seguro se rompió en pedazos y después de preguntas, exigir respuestas y mil reproches, ahí estamos recomponiendo toda ilusión y confianza perdidas. Con todo este bagaje vivido y en este tiempo de valores olvidados y tan menospreciados, tan sólo quiero renovar ese amor minuto a minuto, con la gran esperanza que lo que nos quede de tiempo sea para hacernos unos ratitos felices, por nosotros y los que nos rodean .

Rosalina