jueves, 16 de diciembre de 2010 | By: Abril

La Mirada Interior



Amada mía:
Aprovecho el silencio cómplice de esta noche, cuando hace justamente cuatro años que asaltaste mi vida, para decirte que ha sido el espacio de tiempo más corto en el cual me he sentido más enteramente yo.
Puedo intuir en tus ojos ausentes que a pesar de la distancia nos seguimos teniendo como cuando nuestras ventanas se enfrentaban, abiertas de par en par para dejar inundar el interior con la luz del cálido sol de cada amanecer. Todo sigue igual en el corazón, a pesar de tener el alma vencida y alguna que otra vez derrotada por esa línea inmensa que traza la distancia.
El día que tuviste que recoger tus cosas, decidiste cerrar al unísono la contraventana y la cremallera de la maleta. En ese preciso instante, comenzaste a abrir mi herida que todavía no acabó de cicatrizar.
¡Amor mío!, la soledad en este rincón del cenobio crea espectros que me sobresaltan, inseguridades que no se aplacan pero un intenso ardor que inflama el deseo irrefrenable de tenerte nuevamente para fundirme en ti y en adelante, ser tan solo un mismo cuerpo para poder seguir combinando nuestras esencias afectivas en un cóctel de amor en el que predomine la esencia de lo dulce, aderezada con unas gotas extraídas del néctar de nuestra flor de la pasión.
¡Mi bien!, disipa todas mis dudas, dime que aún sigues acrecentando tu amor cuando me ves reflejado en el iris cristalino de otros ojos y que el tiempo todavía no te ha permitido borrar mis caricias de tu piel. Hazme seguir soñando que mi nombre sigue retumbando en tu conciencia, mientras mis labios siguen depositando el néctar del deseo sobre los tuyos.
Regresa encubierta en el mismo silencio en que te has ido y de nuevo acecha mi vida por sorpresa para luego admitir que te encuentras arrepentida de todo este tiempo perdido a causa de todos los errores que alimentaron nuestro orgullo. Entonces podrás disfrutar de este negado amor que consume nuestras vidas por tan dolorosa separación.
En tanto remito esta carta al olvido, como todas las demás, piensa que es mentira que dispongamos de todo el tiempo del mundo para hacernos felices y ojalá puedas intuir los latidos desbocados de este corazón senil que te espera al abrigo de estos sentimientos nobles que brotan de mi interior.
Irremediablemente, TE QUIERO.
(Viburno Gamboa)