Querido Tavo,
La vorágine de estos tiempos tan convulsos nos devora, a uno y a otro lado del charco, por lo que veo.
Pasada la pandemia, vuelve la tempestad
del “aquí, ahora y ya”. Olvidamos lo importante, en favor de lo urgente, como
si no hubiésemos aprendido nada de esto tan terrible que hemos vivido.
En el Viejo Mundo, pronto ha cundido la desmemoria. Ha sido despojarnos de las mascarillas y olvidar que no somos eternos. Y volver a los problemas de siempre…
De pronto ya la gente no se quiere tanto. El miedo creó falsos lazos de cariño, de empatía y de cordialidad que se han esfumado con el paso del tiempo.
La inflación ahoga a las familias. Las enfermedades olvidadas por la Covid se abren paso de nuevo. Los que estaban solos vuelven a sentirse abandonados; los ricos son más ricos que nunca y los políticos más Pinochos que antaño. Al pueblo: “pan y circo”, más Netflix y menos libros, por aquello de que las penas con pan son menos, aunque se trate de pan duro para una muchedumbre sin dientes. La gente ya no sabe hablar sin insultarse o sin soltar exabruptos. Somos más ególatras y menos humildes. Más soberbios y menos compasivos.
¿De qué ha servido tanta muerte?…me pregunto. ¿De qué tanto dolor?…
Y a pesar de esta visión tan distópica, hoy han empezado a crecer las margaritas que anuncian una nueva primavera. La vida se abre camino entre la muerte, hay esperanza… y viene pisando fuerte.
No dejes de creer. No dejes de escribir…
Un beso
PD: Estoy bien y respirando, que no es poca cosa…