Ahora que el destino nos ha separado y antes que el olvido
nos invada el recuerdo, déjame que te escriba en estas líneas lo que no me
atreví a decirte cuando vivías.
Te he amado en silencio e incluso he soñado contigo, pero la
cruda realidad me ha hecho comprender -eso sí, de la manera más dura- que no
estuve a tu altura. Quizá no tuve cuerpo ni edad para quererte, pero me falta
voluntad para olvidarte.
Ahora sé lo que es realmente la soledad, estar a tu
lado y no poder tenerte. Mi vida así ha perdido sentido pues perderte va a ser
como perderme yo a mí mismo. Sólo lamento no llegar a probar a qué saben tus
besos.
¿Por qué no habrá otra como tú? Porque has de saber, que por ti
volvió a latir este pobre y viejo corazón y siempre tendrás un hueco en él.
Te seguiré amando en silencio aunque sea una tortura, aunque
sea en mi recuerdo. Ojalá me hubieras querido y me hubieras dejado amarte como
de verdad te mereces.
(Jorge)
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