martes, 2 de diciembre de 2014 | By: Abril

Frío




Hola,

...Tienes razón. Me debiste de leer los pensamientos en la cara. No tenía frío la última vez que nos despedimos después de almorzar juntos. No era frío, al menos físico. Era dolor. El dolor a veces hace daño, como el frío, cuando es intenso.

Nos despedimos, como siempre, como lo hacemos desde hace ya dos años. Con un "que te vaya bien, cuídate", acompañando a dos besos que más que de cariño son una mueca que forman parte de esta representación que hacemos en público.

Luego, a solas, nos escribimos todo lo que sentimos... a veces, hasta me sueltas un "te quiero" con el que me aferro a lo nuestro hasta el próximo encuentro, siempre a solas y siempre en público.

Y la historia se repite, porque soy incapaz de dejar de querer (te), porque me ahoga la esperanza que no pierdo, de volver a ser lo que fuimos; porque te quiero y deseo que todo vuelva atrás, a ese instante en que te hacía ilusión verme y en que nos procurábamos los recovecos de esta ciudad para hacerlos nuestros, para dar rienda suelta a nuestro amor, que era como de película... de esos amores imposibles, en los que dos personas que están destinadas a quererse, se encuentran al cabo de los años y saben que son ellos lo que ambos estaban buscando, pero cuando se encuentran ya lo hacen a destiempo porque cada uno es la mitad de otra relación que no pueden romper.

Eso éramos tú y yo. La mitad de una aventura con un pacto no firmado. Y así nos iba bien, porque tú me amabas y yo estaba loca por ti. Porque por fin encontrábamos sentido a todo el dolor, porque la espera había merecido la pena. Y tratamos de adaptarnos a las circunstancias del otro y de lamernos las heridas.

Al principio nos fue bien, no sin remordimientos. Pero un día empezaste a llamarme "amiga" (¿puede haber dolor en ese palabra? para una amante sí, lo hay) y a espaciar los encuentros con excusas de todo tipo: que si el trabajo, que si los niños... Y yo me ahogaba y trataba de buscar la salida menos dolorosa para nuestro final infeliz. Habíamos superado tantos obstáculos para llegar hasta aquí...

Pero tú no me dejas irme, Amor, y tampoco me escuchas ya. Soy sólo tu paño de lágrimas... y me siento fatal. Y nuestros encuentros son tan fríos, que eso es lo que viste en mi cara la ultima vez que nos despedimos. Ya no me necesitas. Nuestra historia pasó. Por favor, si no me quieres, deja que me vaya...

(NRM)

4 comentarios:

Michaela dijo...

Una canción preciosa. Un carta triste, pero maravillosa, que resume lo que me pasa...
Yo soy la chica de la carta. Él ya no me ama, pero tampoco me deja marcharme.

José Luis Villalobos dijo...

Tus palabras me han cautivado Abril. Espero que puedas marchar, aunque no hay nada más difícil en esta vida que dejar marchar a alguien a quien quieres. El frío es muy duro, lo sé, pero después del invierno siempre llega el verano, así es la vida. Espero que tengas suerte, mucho ánimo ¡Un beso!

Anónimo dijo...

muy motivador, me motivo a tener un hijo.

Anónimo dijo...

Me motivo a ser mejor persona y tener un hijo.