miércoles, 15 de diciembre de 2010 | By: Abril

Brindis


Por esta vez y por todas las otras

Por todas las mujeres que fuiste

Por aquella que fuiste y ya no eres

Por aquella que hubiera querido que fueras y que no serás nunca

Por aquella que será en un día lejano que quizás yo no conozca.

Por nuestros éxitos, por nuestros fracasos

Por todos los sueños que hemos construido juntos

y también por aquellos que hemos destruido

y todos aquellos que se quedaron en el olvido.

Por todo lo posible y por todo lo imposible que hemos vivido juntos

Y también por todos los días que amanecerán cuando ya no estemos ni tú ni yo

Por todas las noches que iluminaran que ni tú ni yo podemos mirar en nuestros ojos

Por todas las palabras que dijimos y que se perdieron en el agua diáfana de las horas

Por todas las ternuras que he susurrado en tu oído y que se desvanecieron en el correr de los días.

Por nuestra casa que invadirá la oscuridad de los anocheceres con el silencio de la ausencia eterna

Por nuestro cuarto, frágil velero que zarpó en un viaje sin retorno

Por nuestra mesa solitaria que se quedará muda sin el entrelazar de nuestros dedos

Por la llama de la vela que alumbraba nuestras sonrisas cómplices y que se consumirá huérfana en el alba

Por el espejo de nuestra alcoba que se empañará de olvido

Por nuestros retratos que se marchitaran en las noches ininterrumpidas de los pasillos desiertos

Por nuestras cartas que envejecerán despacio en los estantes polvorientos

Por los perfumes de tu cabellera que se llevó la brisa.

(….)

Por los árboles que sembramos cuando éramos adolescentes y que germinarán sin ser oídos de más nadie.

Por la huellas que dejamos en los caminos que recorrimos abrazados y que borrará la lluvia.

Por nuestra casa que permanecerá intacta y que anunciará otro lecho más frío y más soberbio.

Por éstas y por tantas cosas más

Yo tenía que escribir este poema

Para que algo nuestro perdure

Para que otro venga a esta casa, que vengan a este jardín

Que vean nuestros retratos y nuestra mesa

Sepa que nosotros existimos y que nos fuimos

Pero que en alguna parte, y para siempre,

Sigue el latir acompasado de nuestros corazones.

(Elie-Pul Rouche)