viernes, 27 de mayo de 2011 | By: Abril

Fotografía

Amigo mío,

Hoy te vi, te encontré en una foto desvaída en la cual aparecías como en los lejanos tiempos de nuestras andanzas de juventud. Hoy se revolvieron en mí tantos recuerdos que me parecía un imposible poder contemplarte y no evocar nuestros tiempos de correrías, de juveniles juegos y duros desencuentros que parecían querer terminar con la amistad recién consolidada. ¡Qué de imágenes atropelladas llegaron a mi corazón! ¡Cuánta nostalgia acumulada se desató en un instante para regar con fuerza avasallante el pensamiento, oscureciendo las ideas y conminándome a sacar fuera todos los sentimientos que haber pudiera! Junto a tu niña, adusto el gesto, firme la actitud, recto, con mirada quizás contemplativa, quizás ida, tal vez enfadada, pues en ese tiempo, ese eras tú, así eras tú, allí estabas. Los lentes de siempre enmarcan tu rostro, el tupido bigote, hoy ausente, reafirma en ti años supuestamente acumulados mas no vividos.Y fue esa imagen, esa ahí plasmada la que me llevó por los resquicios más intrincados de la memoria a pensar en el tiempo perdido, los instantes no compartidos, las risas dejadas en el campo de la sinrazón, los gestos suspendidos en el aire, las palabras que quedaron para siempre atrapadas en la garganta para no salir nunca más. El poder de la imagen es terrible a veces; puede destruir naciones, puede desalojar tiranos, puede salvar de precipicios de locura, puede hundir en el abismo a los débiles, pero también -por qué no- sacar a flote, como barco rescatado de un naufragio, lleno de marinas adherencias, tal cual pensamientos y sentires que se suponían perdidos, hundidos, un mundo sumergido en las aguas pantanosas del olvido, que pareciera volver, que en la búsqueda incesante ha regresado a la vida, en un largo cansancio que ya no era tal sino casi resignación.A pesar de todo, por esas cosas de la vida, hoy te he vuelto a ver. Regresan a mi mente tiempos pretéritos, dejados de lado en algún rincón del alma, mustios, abandonados a su suerte, creía yo, pero llegan tangibles, tal cual frágiles mariposas desplegando alas de transparencia a través de las cuales miro una vieja película que no se terminó de pasar, que se quedó enganchada en el carrete de la época y que el proyeccionista abandonó cuando el eco sonoro de las palabras ya no tuvo ninguna resonancia porque los dos únicos espectadores abandonaron la sala antes de que terminara la función.En tu fotografía borrosa, la que hoy vi, otras personas estaban, otros ocupaban su respectivo lugar en la representación infinita del miren a la cámara, sonrían, no se muevan, listo. Un instante fugaz capturado para la posteridad, en una cartulina ya desvaída, sin luz ni color, pero allí estabas y pude entender que los tantos años dejados de lado no habían hecho mella en el sentimiento, el rencor no había carcomido la excelente madera con la cual estaba construida nuestra amistad. Escribo y evoco.Evoco y escribo. Las palabras han fluido desde el primer instante, el cariño ha renacido como campo primaveral, la vida se abre paso otra vez y el largo y frío invierno de la espera parece llegar a su final, con este posible reencuentro después de más de treinta años de ausencias. ¿Qué nos deparará el destino? ¿Quién lo puede saber? ¿Cuántas nuevas cordilleras de desencuentros habremos de recorrer? No lo sé, no lo sabes. ¿Podremos sincronizar los tiempos idos que hoy regresan para acoplarse a un nuevo sentir, a otra forma de visualizar la vida? Lo ignoramos ¿Nos sentaremos nuevamente en nuestras respectivas butacas y a la luz de los avances de este hoy, seguiremos en nuestra vieja y suspendida función de cine, firmes en el propósito mutuo de que llegue en una armonía de fuerte hermandad el esperado the end?
Con total afecto en una noche del mes de Enero, fresca y propicia para la franqueza y la amistad,
Manuel

(Manuel Calderón)