miércoles, 30 de enero de 2013 | By: Abril

Espero...

Espero…

Espero que en esas noches frías cuando las rebeldes nubes se entrecruzan el cielo tu cuerpo pida a gritos abrigo; ese mismo calor que te brindaban mis brazos cuando cobijaban tu desnudez, mientras los cadáveres de minutos, segundos y horas se desplomaban sigilosamente en el reloj de tu cuarto.

Espero que ahora, tú, sentada al lado del teléfono y con esa mirada de ansiedad que tanto te delataba cuando querías hablar conmigo se quede en eso… ansiedad, recuerdos, nostalgia y en un silencio absoluto… el que tanto reclamabas cuando mis palabras simplemente pretendían llegar a tu corazón.

Espero que cada momento vivido se convierta en un punzón en tu mente y que las metáforas que se colaron en mis cartas, pierdan su magia, esa misma magia que tus ojos azules y tu sonrisa creaban cada vez que te acercabas a mi, pero que lastimosamente se extinguió, como se extingue la luz de una estrella fugaz atravesando el firmamento.

Espero que cada nube a la que intentamos darle forma (sin llegar a encontrar alguna), mientras reposábamos y jugueteábamos en el prado, logre por fin convertirse en ese unicornio con resplandecientes alas que tantas veces fingí haber hallado y que simplemente era un montículo de partículas abstractas merodeando en el cielo.

Espero que esas actividades que realizábamos juntos como llenar ese dichoso álbum de láminas de dinosaurios y que a propósito casi llenas (gracias a todas las chocolatinas que te regalaba) se queden así, y no es resentimiento pero…
Ojala, y nunca… te salga el teratosaurios.

¿Pero sabes algo?

Espero que cada párrafo que acabe de escribir con un poco de rabia se queden embalsamados en mi cuaderno, y que nunca puedas leer esta carta porque de una u otra manera simplemente se convirtió en una excusa para acordarme de ti…

(Manuel Pino)