sábado, 30 de enero de 2010 | By: Abril

¿Pretendes Realmente Volver?


Hoy sólo me dedicaré a recordarte y junto con ello a encontrarme, a reconocerme aceptando que también yo puedo sonreír, que incluso en ocasiones lo necesito, y con ello necesito sentirte a mi lado para, luego de mis caladas húmedas, poder regalarte una ínfima sonrisa que ayude a mi rostro a volver a su lugar, a mi torrente sanguíneo a detenerse un segundo para poder tranquilizar aquel nerviosismo esquizofrénico propio de tu cercanía...
Si, es cierto, también lloro, también lo necesito en ocasiones. Penetran en el austero solar gotas de sal para recordar, con llamas que han de quemar, que ya no estás, que no has de volver, que has marchado ya, y ahora por qué con inseguridad y rencor en la distancia te siento volver...
Nada se diluye, nada en mis recuerdos se va, nada en mis expectativas ha dejado de estar; sólo tú tarde has llegado de regreso, Horacio querido. Sólo tú tarde has descubierto que también Pola, por ti, puedo ser. Y qué lejos te siento susurrando esbozos de amor, ahora que nada puede diluirse más que yo, que me he comenzado a desvanecer con tu cruel y último adiós... Y ahora vuelve el bobo Oliveira...
Y es que él siempre es mucho tiempo;por ello digo: siempre te he amado, te amo, pero... cómo has dañado e insultado mi amor de pequeña Maga, cómo me has ofendido, que hoy no sé si puedo decir: "siempre te amaré"...mas, cómo te ruego que me ayudes a que así sea...
Y lo sé: aún nos sientes con las congeladas manos unidas cuando recorres el puente con aquellas estrellas artificiales, alumbrando titilantes desde las alturas,aquel lugar. Y quizá sea, Horacio querido, que en ése, ahora vacío lugar, nos hemos quedado por la verdadera eternidad, porque fue allí donde nos aprendimos a amar en silencio cuando no nos atrevíamos a aceptar, cuando compartíamos húmedos cigarrillos besados que no querían asumir que no eran más que instrumentos de nuestros labios para besarse, que no era más humedad que la de nuestras lenguas que daban todo por recorrerse, por sentir las pieles, por aquellos roces que tarde han llegado a concretarse...
Y los cigarros se fueron corriendo igual que tú Horacio lo has hecho una vez, y ahora regresas y los cigarros aquella misma noche han vuelto a mí, porque eran mis besos los que querían en su filtro, y Horacio ha tardado más que los cigarros, pero has vuelto iluso Oliveira, debo esperar que te quedes con la solitaria Maga, que te deba compartir con Pola, o que vuelvas a marchar?
Y verás vacías las calles por mi ausencia, y sentirás el dolor de tantos sentimientos reprimidos como segundos en el tiempo perdidos, como ausencias temporales donde no sabes si he de volver y yo no sabré si has de llegar, siempre con la duda incierta de lo que puso ser, y ahora que es; siempre con el temor descontrolado de que vuelva a ser tu partida, con el miedo permanente... Miedo de ti...
Y con el tiempo todo desaparece, así como yo he de caminar, ya no por nuestros sitios, sino por parajes que siento no hemos juntos de pisar, cada noche me despediste a mitad del puente jurando encontrarnos mañana, mientras girabas y comenzabas a caminar, y yo, como ilusa Maga; demorando las pisadas para darte tiempo de volverme a encontrar, para robar tiempo y hacer uso de la razón y amarrarme para no correr a tu lado y pedirte que te quedaras... ¿Cuanto tiempo podríamos habernos engañado Horacio querido? Lo más probable es que halla sido menos de lo que quisimos, pero cuando el amar nos dice detente, verás que a tu lado y no contigo estoy, todas las excusas para escapar de nada han de resultar.. y así calló el invierno, con las manos unidas como jamás han de verse entre otras, unidas bajo muros que esconden la verdad porque siempre de Pola me ocultaste, cómo me has hecho invernar maldito Horacio, y siempre lo supimos; habíamos de encontrarnos un día solos en el mundo y qué hemos de hacer si de la propia verdad no podemos escapar...
Y es que Horacio querido, el final no se ha de prever, porque nada culmina sino comienza, y nosotros somos la fascinación de la fantasía, los recuerdos desconsolados de la luna que alguna vez nos observó, somos aquél inconsciente reprimido de miedos, donde nos deseábamos, la conciencia se ha devastado, los besos furtivos mortales han sido...
Pero hoy, Horacio querido, te has ido...

(Sylvus Aguirre)