jueves, 3 de octubre de 2019 | By: Abril

Lo que el viento se llevó...



Estos días he vuelto a hablar contigo. Reconozco que fue un asalto lo del martes. Presentarme en tu trabajo junto con dos amigos, con la excusa de que pasaba por allí, era innecesario. Más bien patético a dos días visto aunque dicen que en el amor y en la guerra todo vale. No sé si es amor lo que me une a ti, pero una guerra seguro. La guerra porque no pasa un día en mi cabeza que no te piense, que no quiera volver contigo, a pesar de las infinitas veces que me he oído despedirme de ti “definitivamente” a lo largo de estos años.  Mira que lo tengo ensayado, al estilo de “Lo que el viento se llevó” pero con los papeles invertidos… Tú te verías sinceramente ridículo, desde luego, al final de una larga escalera vestido como Escarlata O´hara rogándome que no me fuera; pero yo sería un respetable Rhett Butler con bigote en hilera de hormigas sobre el labio superior diciéndote aquello de “Francamente querida, eso me importa un bledo”.

Aún así, el martes te noté nervioso. Me hiciste incluso en tu discurso un par de guiños con dos comentarios que solo yo podía entender. Y me encantó, porque quiero pensar que una parte de ti aún está enamorada de esa parte de mí que rompió tus esquemas y volvió todo tu mundo del revés.

Te pido un favor, puede que ya no seamos aquello que una vez fuimos y no le contamos a nadie, pero no me llames amiga, porque esa palabra en tus labios suena triste y se ve traída con calzador, además de que me hace daño, porque sé que no me sientes como una amiga, y porque siempre serás más que eso para mí.

Después de mi enésima irrupción en tus rutinas, he recibido un baño de realidad y todo ha vuelto a ser como antes: tú finges que me has olvidado y yo busco excusas para restablecer el contacto contigo, con la esperanza de que al sumarse un tú y un yo salga de nuevo un nosotros.

Sinceramente, ni por asomo creo que quieras volver atrás, hasta aquel tiempo en que olvidábamos la vida juntos por unas horas. Para qué negarlo: soy la mitad de ese cuento que se quedó sin guiso de perdices y aún pretende salvar algo de la quema.

Los dos sabemos que no estoy bien sin ti y empiezo a pensar que ya casi rozo el acoso contigo. Tú no tienes la culpa de cómo te echo de menos y nada va a cambiar eso, porque no puedo evitarlo.     


(N.R.H.)

3 comentarios:

tatiana dijo...

que hermosas palabras

tatiana dijo...

que bellas palabras

Anita dinamita dijo...

Genial. Me encanta lo que dices y cómo lo dices.