jueves, 30 de enero de 2014 | By: Abril

A Mi Anti-Héroe


A Mi Anti-Héroe,

Sentí demasiadas cosas, cosas que nunca fui capaz de decirte y no sé por qué no lo hice. Nosotros dos nos comunicamos  mejor con las miradas. Pero creo que ese juego de miradas no fue suficiente. Nunca fuimos algo, no creo que nadie pudiese describir ese “algo” que nunca fuimos.  Aprendí que una hora vale mucho y en esa hora sin haber cruzado apenas otra palabra que no fuese un tímido hola, sentí como si te conociese de siempre. Me contaste cosas que intuyo que no sabían muchas más personas, como dónde querías casarte, y hablamos como si fuésemos amigos de toda la vida.

 No era capaz de mirarte sin que una sonrisa asomase de mi cara,  pero aquellas sonrisas te mataban (no sé si ahora lo hacen) como tú mismo dijiste. Dijimos muchas cosas pero de aquellas cosas nunca supe cuales sentiste de verdad. A veces no sé si fue un juego por que llegó un momento en el que no comprendía nada. Me confundiste y aún hoy lo sigues haciendo. En cada cosa que decías conseguías contrariarte a ti mismo parecía que intentases esconderle tus sentimientos al mundo.

Tu memoria no es muy buena que digamos, tú mismo lo dijiste y bien lo demostraste el 26 de Abril. Pero ese olvido tuyo me hizo darme cuenta de que los cumpleaños son sólo un número al igual que la edad. Un número, no es mucho más, aunque otras personas piensen lo contrario.

Lo que fuimos se resume en dos frases y creo que tú estarás de acuerdo conmigo; “Una mirada vale más que mil palabras.”, “El corazón tiene razones que la razón no entiende.” Ésta última fue la respuesta que te di cuando me preguntaste por qué “me encantabas”. A veces dar explicaciones a lo que sentimos no nos resulta fácil, si además nos preguntan por una razón, pero yo fui sincera, siempre lo he sido y que no te quepa duda de ello.

Tenemos muchas cosas pendientes que hemos dejado para cuando tengas un hueco. Tristemente, pero siendo realista, sé que eso nunca se va a cumplir y que las cosas que me prometiste tampoco. Siempre te sorprenderé, fueron tus palabras exactas, cuando menos te lo esperes ahí estaré yo, preparado para sorprenderte, pero no lo hiciste, por lo menos no hasta este momento, me queda mucho por vivir y sabes que yo siempre estaré dispuesta a que me sorprendas. 

¿Y si volvemos al principio? Sí, a esas miradas cruzadas en las que ninguno de los dos sabía nada del otro. Cuando mis amigas me tomaban como una ilusa pero lo que ellas no veían yo lo veía una y otra vez en tus ojos. Nunca fuiste muy audaz, te costó dar el primer paso y los que siguieron fueron en pequeñas dosis. Dicen que lo que viene en pequeñas dosis es mejor y no puedes imaginarte lo mucho que me ilusionaba recibir un mensaje tuyo, era como una dosis de sonrisas gratis. Pero se perdió y como todo lo que empieza tiene un final, ese “algo” también lo tuvo. Llegó sin yo esperármelo, no lo entendí y nunca fui capaz de entenderlo porque aún hoy de vez en cuando me pregunto que hice mal. ¿Fue mi culpa? Si es así te pido perdón por no ser lo que esperabas que fuese. Pero te recuerdo que una hora, una sonrisa, un puñado de miradas, silencios y mensajes, aunque lo parezca, no son suficientes para conocer a alguien. Creo en las casualidades pero sobre todo creo que en poder verte de nuevo. Desapareciste un día y ya no volví a verte, es gracioso, si prefieres tomártelo con humor. Paso por tu casa y me imagino como sería verte, recuerdo aquella misma puerta donde pegaste un portazo aquel día. Pienso como sería verte pero nunca acurre, y los días pasan y  cada uno de ellos pienso en nuestras casualidades y coincidencias, en todo lo que fuimos y lo que no fuimos y entonces prefiero no verte. No verte porque tengo miedo, miedo de no saber si me saludarás o si al verme desviarás tu mirada y harás como si fuese una completa desconocida. No quiero ser una persona a la que no quieras ni ver, me gustaría pensar que sabes que Claudia soy y que nunca habrá lugar a confusión o duda alguna. He intentado ser más paciente, poco pesada, pero a veces tengo la tentación de preguntarte cómo estás, saber si te acuerdas alguna vez de mí y preguntarte que pasó.

Esta carta va por todas nuestra miradas, silencios, casualidades, coincidencias, por mi profesor de inglés, por los sustos, sorpresas, promesas, por las estados con un mensaje oculto, por las sonrisas que mataban, por los “el echará de menos tu sonrisa, tú su mirada”… La única explicación que me diste fue que las cosas habían cambiado pero no te equivoques, las cosas habrán cambiado pero los sentimientos no lo han hecho.

Firmado:

Tu Lois

(Claudia García Báez)

1 comentarios:

Claudia dijo...

Espero que les guste! ;)
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