domingo, 5 de enero de 2014 | By: Abril

Una piña de piñones

Una piña de piñones es devorada con fuerza por la llama prendida entre unas tablas y un tronco de encina. Es tiempo de frío y nostalgia, es día gris y nublado, desapacible, y colgado está de la rama de la tristeza que hoy tiene hambre, codiciosa en su amargura surca el cielo como una cometa, y zozobra como el barco a la deriva en la tempestad.

He abierto un libro releído varias veces y una hoja de flor de pascua seca cayó. Sentada en una banqueta roja de madera y ante una mesa de cocina también roja y de madera, con molduras que en su día fueron el sostén de un hule cualquiera que no podía moverse, y ahora desaparecido, en la desnudez de esta mesa te escribo; es una carta que nunca quise enviarte y no lo hice.

No te quería, si acaso me gustaba soñar contigo, algo así como vivir en el cuento de las mil y una noche donde Schahrasod narraba hábilmente un relato para no morir por orden del Sultán, te tocaba a ti correr el riesgo y eso me divertía; entonces yo debía ser algo cruel y ansiaba un nuevo día, lo deseaba especialmente por la noche, la oscuridad tiene tonalidades y luces que el día amortigua, las cosas se ven diferentes, unas veces negras y muchas no se ven, se adivinan, imaginan, como yo imaginaba; pero tú no pudiste servirme el final, extinto como ahora la piña presa del fuego real, que en su exuberancia se agota sin poder hacer nada.

Si hubieses echado más leña al fuego, si me hubieses tenido entretenida un día y otro, con el resplandor de tu imagen, dosificada, interesante, en la extrañeza de la vida que yo pedía; habrías encontrado fuste, habrías labrado mejor mi tierra en que las vueltas que dabas yo te las abría pagado a medias, como se hacen los tratos antes de  recoger la cosecha del año; pero te habías instalado en la prudencia, en la debilidad, pagado  como saldo. Venerando dilatabas lo venidero, de resultas no quemaste en las brasas, todo era furtivo, fragmento, parte, pequeño, fungible, pero inolvidable.

La piña se ha consumido, arde el fuego, en el fondo del pantano de mis recuerdos descansas, ahí ya no corres peligro. Te he amado desde siempre, y mi mirada agachaba para verte, el barandal donde me había instalado se encontró con unas manos que te borraron, los cultivadores que pasó por mi tierra dieron su fruto, se desveló y amanecía cada sol y cada luna .Te dejé dormido ¿quemar otra piña? Se ha hecho tarde, está empezando la primavera, la temperatura ya no es la misma. Mañana por la noche que volverá a hacer frío.

(Luisa Serrano)